lunes, 30 de mayo de 2016

¿Cómo mejorar mi autoestima?

Tendemos a considerar la autoestima como una causalidad de las consecuencias que se derivan en la vida de una persona. La lógica es sencilla: como tienes una mala autoestima, las cosas no te pueden ir bien.
¿Por qué? Porque la autoestima es la causa. De todo.

Si la autoestima es la causa de todos los males, podemos ofrecer recetas curativas maravillosas que hagan que todo el mundo las desee para mejor su autoestima. Las comprarán (porque nunca son gratis) creyendo que con sólo leerlos podrán aplicar unos conocimientos arcanos que les permitirán realizar el cambio necesario en sus vidas. Algunos proponen cambios de 360º sin saber que eso significa con cambiar en absoluto...
Así tendremos, además, personas resignadas ante el destino porque no tienen una buena autoestima. Hay gente que no tienen los ojos azules, no es alta o esbelta... porque sus padres ya eran así. Pues con la autoestima pasa exactamente lo mismo. Sus padres ya tenían una baja autoestima, o todavía mejor, sus padres se dedicaron a destruírsela tanto como pudieron, y ellos ya no consiguieron superarlo... ¡y así están!

¿Y si la autoestima no es una causa? ¿Y si es una consecuencia?

Imagina que la autoestima se deriva de algún otro concepto, como por ejemplo el respeto por uno mismo y por los demás. Si yo considero que tengo el valor de considerarme valioso tal vez me haga respetar ante los demás. Si me respeto ante los demás proyecto una cierta imagen de confianza en mi mismo, no de arrogancia, y por ello algunas personas me comenzarán a valorar positivamente (recordemos que lo gratis no se valora). Si las personas de mi entorno me valoran, acabaré valorándome. Y así, cerraremos el círculo virtuoso.

Pero siempre habrá personas que sigan esperando una receta mágica. O que vendan autoestima en los supermercados. Y cuando eso sea así, no les importará pagar cualquier precio que les pidan.. porque todo es más barato que cambiar de actitud.