Parece ser que hay diferentes teorías que intentan explicar este fenómeno, pero la que llamó mi atención es la más sencilla, aparentemente. Esta teoría afirma que fue un cambio en las circunstancias ambientales el que favoreció esta posibilidad.
Por tanto, la vida tenía la potencialidad de crecer y diversificarse y aprovechó la ocasión que le brindaba la situación geográfica. En definitiva, la vida esperó.
Esto mismo ocurre en muchas ocasiones con personas que acuden a psicoterapia. Estas personas están mal consigo mismas, con su entorno más próximo, sufren y llevan mucho tiempo intentando cambiar, casi siempre de la misma manera, buscando las llaves debajo de la misma farola, siendo El Pilar de todos los que la rodean...
Pero siempre existe un germen de cambio, que seguramente está esperando a que se dén las condiciones propicias para desencadenarse. Claro que a veces se puede hacer algo más que esperar, se puede, por ejemplo, iniciar el cambio, no en vano no somos seres unicelulares.
El proceso suele ser lento, y esto es muy importante, puesto que los cambios pequeños y hechos poco a poco suelen ser los que fundamentan los cambios más grandes.
Estos primeros pasos suelen ser dubitativos, pero, de forma gradual la persona va ganando confianza y comienza a aventurarse a hacer cambios un poco más grandes.
Aquí es donde comienza la “explosión cámbrica personal”. Lo más curioso es que el entorno inmediato comienza a sufrirlo, estaba acomodado a la situación previa, le cuesta adaptarse.
Desde luego esta incomodidad puede ser traspasada a la persona que ha decidido cambiar, para estar mejor consigo misma, para poder respirar, etc... y si no, preguntádselo a Gloria.